A los tigres definitivamente no les gustamos. De hecho, cuando nos acercamos, su instinto les dice que es momento de huir o que en su defecto, es necesario clavar sus dientes en nuestro cuello.
Y es probablemente la reacción más sabia teniendo en cuenta que los humanos hemos exterminado al 97% de la población de tigres del planeta.
Sin embargo, en Tailandia hay un lugar donde el código de la naturaleza se ha invertido, y los tigres “extrañamente” toleran humanos que ni siquiera conocen.
Aquí los extranjeros llegan por manadas a darse un baño de popularidad en un mundo de fantasía tipo Disney; donde estos felinos se comportan más como la perezosa mascota de la princesa en Aladdin, que como los letales depredadores que realmente son.
El Templo de los Tigres en Tailandia
En esta especie de Disneyland del maltrato, no es raro ver turistas acariciando y hasta halándole el pelo a los tigres; se pueden acostar con ellos en el suelo como si de un perrito labrador se tratara.
Es posible darle biberón a los tigres bebé e incluso los más osados, montan a sus hijos en la espalda del felino ¡y lista la foto para alimentar la vanidad en Instagram!
Este lugar, supervisado por monjes de túnica naranja es llamado el Templo de los Tigres, sin embargo es más un zoológico de mascotas extremas que un sitio sagrado.
Un sitio que además, desde hace más de 10 años ha venido cobrando hasta $150 dólares a los turistas por una experiencia altamente codiciada: Consentir a un tigre gigante.
La buena noticia: ¡Este negocio puede estar llegando a su fin!
Tras una redada a las instalaciones del supuesto templo, las autoridades tailandesas encontraron que los monjes además de tigres, tenían ilegalmente otras especies de animales exóticos que incluían chacales, cálaos y osos.
Al final de la batida los más de 140 tigres fueron declarados propiedad del Gobierno y pueden ser decomisados en cualquier momento; mientras tanto se le prohibió a los monjes cobrar por permitir que los turistas los atormenten (en teoría, aún se pueden torturar, pero sin pagar).
La verdad sobre el Templo de los Tigres en Tailandia
La razón por la que estos tigres son tan dóciles con los turistas, es porque desde muy pequeñitos fueron separados de sus madres y con mucha frecuencia sometidos con entrenamiento cruel, para que obedecieran y no atacaran a las personas.
Es claro entonces, que aún cuando se liberen del yugo de los monjes, estos pobres tigres nunca conocerán la vida en la selva, pues al crecer en cautiverio carecen de cualquier habilidad para sobrevivir sin cuidadores.
En la era de las selfies, Tailandia se ha convertido en el sitio ideal para que los turistas alardeen en redes sociales posando en fotos con criaturas extrañas.
Esta es la razón por la cuál no es raro ver personas sonrientes montando elefantes enfermos o haciendo de mejores amigos con un mono esclavo de algún lugareño. Para la muestra, esta belleza:
Muchas veces las personas pecan porque simplemente aman a los animales y tener uno cerca les representa una enorme felicidad.
Sin embargo, lo que nunca tienen en cuenta es toda la crueldad que hay detrás de estas escenas; todos los animales que tuvieron que sufrir y morir para que ellos pudieran tomarse esa foto que planean poner en Instagram.
Tenemos que entender que sentar un tigre en nuestras piernas o pasearlo como si fuera un perrito no es natural; por el contrario todas estas actividades dan a la gente la idea de que los animales salvajes son simples mascotas exóticas, cuando en realidad no lo son.
¡Los animales salvajes pertenecen a la selva! Y cualquier tipo de turismo con animales que tenga comportamientos antinaturales, implica que estos han pasado por algún tipo de sedación, condicionamiento y maltrato.
Si quieres contemplar animales exóticos sin contribuir con su sufrimiento, visita el website de World Animal Protection y sabrás en qué sitios puedes hacerlo.
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